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Palabras de papel.

Próximamente nos mudamos a nuestro flamante piso nuevo. Es una evento altamente esperado y conforme pasan los meses, el tiempo se ha ralentizado mucho. Hay toneladas de cosas que mirar, y poco tiempo para hacerlo.
Presupuestos de cocinas, una habitación que nos guste a los dos, salón... dentro de lo que cabe, tengo suerte porque puedo dejar dos habitaciones vacias de momento. Una será sin duda la "Salita" que tendrá un amueblamiento básico de Ikea. Más que nada por que necesitamos mucho espacio para nuestra colección de libros.
Para los que me conozcan, sabrán mi afición a ellos. Para los que no, decir que desde que tengo uso de razón en los cumpleaños y similares pedía libros o cómics. Cuando ya alcanzada la pubertad, con algo de propina en el bolsillo tuve poder de decisión en cuanto a mis compras, no lo dudé. Más adelante, ya trabajando, y teniendo que pagar una hipoteca, no he comprado todo lo que hubiera querido, aunque nunca dejo escapar la oportunidad de visitar las librerias de viejo de por aquí -a las que soy bastante aficionado- y siempre caen una par de ejemplares.

  • ¿Por qué leer, pudiendo ver la tele?
Es la pregunta que muchos jovencillos se hacen hoy en dia y la verdad es que no he encontrado todavía la respuesta para ello. Si alguien está convencido de que no quiere leer, es probable que nunca logremos que pase las páginas de "El Quijote". Obligar nunca es una opción en la lectura, porque excepto en honrosas excepciones, la gente gusta de leer lo que le apetece, cosa que veo muy bien.
Habría que tratar el tema desde otra perspectiva, y para ello me debería alejar bastante en el tiempo e intentar recordar por qué yo empecé a leer y no a ver la tele.

Cuando eres un niño normal, jugueton y lloroso tu abuela, tia prima, o vecino de enfrente, llega un buen dia y te deja dos cosas que marcarán tu vida: pinturas y un libro de colorear. Esta es la primera página de un libro o cuaderno, revista, etc... que abrimos en nuestras vidas. Desarrollas toda tu actividad creativa imaginando los colores de la naturaleza y de los elementos de la vida contemporánea. Si te apetece que los perros sean azules y las margaritas negras, nadie va a decirte nada, porque estás pintando TÚ mundo.

Un par de años más tarde, cuando se está aprendiendo a leer, llega tu cumpleaños y aparece junto al balón de fútbol un libro de tapas rojas, cuyo título aún no disciernes, en el que un pato vestido de marinerito señala una pizarra con una enorme letra A y tres patos más pequeños la miran con cara de asombro. Llevado por la costumbre sacas la caja de pinturas y te dedicas a ponerle complementos a cada página, pensando indignado, por qué te han regalado un libro que ya ha pintado otro niño.

Vuelve a pasar el tiempo. Bajo el belén -nada de calcetines ni americanadas varias- junto a los platillos de leche vacios para los camellos de los Reyes Magos, un paquete con forma ambigua.
Una vez desgarrado el papel, un tomo con dos personajes en la cubierta, calvos, uno de rojo y blanco y otro de negro. "Super Humor", dice...
Historias de dos agentes de una agencia especial. Entendí muy pocas viñetas de este tebeo por aquel entonces, incluso perdí parte de mi infancia buscando palabras que no existían. Los errores tipógraficos se sucedían y nadie podía rebatirme que el mejor ave cocinada era el "fainsa" o que el caviar procedía del "testurión". Al ir a por mi caja de pinturas, para solucionar los desastres cromáticos del libro, la mirada de mi madre me aconsejó vivamente no hacerlo.

Pronto empezaría a florecer el acné y "Mortadelo y Filemón" -además de otro muchos, como los gemelos "Zipi y Zape", o " Pepe Gotera y Otilio"- hacía dias que se habían instalado en la estantería de mi cuarto. De visita en casa de mis primos mayores, veo dos series de libros, una de color blanco, y otra amarillo. Nunca pude imaginar que un guerrero gabacho y un periodista un tanto amanerado acompañado de un marinero barbudo, pudieran dar tanto juego. "Asterix en los juegos olímpicos" y "Tintín y el cetro de Ottokar" fueron los primeros que leí y aún guardo un gran recuerdo de las tardes leyendo, releyendo e imaginándome acompañando a los galos dando palos a los pobres romanos o intentando descubrir algún tesoro en las ruinas de un lejano país junto a Milú y el capitán Haddock.

En el último paso antes de llegar la madurez, me marcaron los libros ilustrados de "La isla del tesoro", "Las aventuras de Tom Sawyer" y un largo etcétera. Después de esto, empecé a leer absolutamente todo lo que cayó en mis manos, hasta hoy, que leo menos de lo que me gustaría.
Por todo esto, creo que puedo decir, que para que una persona sea lector, de pequeño debería haber leido a Mortadelo. (O sus similares, tanto regionales, como temáticos)

A partir de hoy, los martes que pueda, serán dedicados a la literatura y los cómics. Y el próximo post espero que sea el de... ¡¡La música de la ceremonia!!